lunes, 9 de junio de 2008

La Rectitud: Ingrediente indispensable para la libertad



Teniendo presente la experiencia del Rey Noé y su iniquidad, el Rey Mosíah fue a preguntar a la nación Nefita. Mosíah sabía que sus días terminarían pronto, ninguno de sus hijos había aceptado el trono y el pueblo todavía seguía deseando un rey para que les gobernase.
“He aquí, pueblo mío, o hermanos míos, porque como a tales os estimo, deseo que meditéis sobre el asunto que se os suplica considerar, por cuanto deseáis tener rey.” (Mosíah 29:5)
Después de explicar al pueblo que sus hijos no deseaban el reinado y para evitar futuras contenía o guerra civil, el rey hizo un llamado al pueblo a meditar usando su mejor razonamientos y sabiduría. Entonces el Rey Mosiah propone una nueva forma de gobierno –Jueces elegidos por el mismo pueblo—“por tanto, esto observaréis y tendréis por ley: Trataréis vuestros asuntos según la voz del pueblo.” (vers 26)
Pero con esa misma libertad – El no tener que seguir el dictado de un rey, ya sea justo o inicuo – venia una gran responsabilidad “que si este pueblo comete pecados e iniquidades, éstos recaigan sobre su propia cabeza.” (Vers 30) De manera que esto mismo tiene aplicación en la actualidad donde los Santos de los Últimos Días son miembros del electorado (o tiene el derecho a votar) Es el pueblo quien no debe olvidar el estar vigilando que la libertad y rectitud del gobierno y pueblo se vea amenazada. Como miembros de la Iglesia debemos usar el derecho al voto (durante elecciones de gobierno) e influenciar positivamente en rectitud entre nuestros vecindarios y ciudades.
La Primera Presidencia en 1998 animo a los miembros a participar en la política y en asuntos de la comunidad de manera que los miembros de esta iglesia propongan gente buena y recta en sus comunidades tal y como el Señor lo declaro al Profeta Jose Smith 10 Por tanto, debe buscarse diligentemente a hombres a honrados y sabios, y a hombres buenos y sabios debéis esforzaros por apoyar; de lo contrario, lo que sea menos que esto del mal procede. (D&C 98:10)
Hace muchos años (Abril del 76) el Presidente Ezra Taft Benson (Miembro del Quórum de los Doce en ese entonces) aconsejo cumplir con nuestro deber en la vida pública, recalcando que no podemos ser solo espectadores.

Predicando la palabra de Dios

Usando el ejemplo de Alma del capítulo cuarto de Alma, el Elder L. Tom Perry recordó a los miembros de la Iglesia durante la conferencia general de abril de 1992 de la necesidad urgente de misioneros de tiempo completo.
“Aquellos fueron tiempos decisivos para Alma. En su cargo de sumo sacerdote de la Iglesia, había estado tratando de proteger a su pueblo para que no cayera en el pecado, predicándole el evangelio; en su cargo de juez superior había estado administrando las leyes del país. Al ver que la iniquidad del pueblo aumentaba, no podía continuar dividiendo su tiempo entre ambas funciones.”
“Alma comprendía un hecho básico de la vida: los problemas de la humanidad no se pueden resolver a menos que a la gran mayoría se le haya enseñado un código de conducta al cual apegarse para que no caiga en el pecado. Desde el principio, el Señor estableció para nuestros primeros padres terrenales mandamientos y convenios que, si se cumplen y obedecen, nos mantendrán alejados del dolor y la devastación de una vida desenfrenada. Al considerarlas condiciones del mundo actual, deberíamos hacernos esta pregunta: “¿Cómo podríamos prevenir más eficazmente la perdida que resulta del aumento abrumador de los problemas espirituales, emocionales y físicos que afligen a la humanidad hoy en día?” Da la impresión de que utilizamos la mayor parte de nuestro tiempo y energías en reparar los daños causados por el pecado y no dedicamos bastante tiempo a enseñar a los seres humanos la ley del Señor a fin de que la establezcan como fundamento para gobernar su vida.”
“¿Expresará vuestra historia el gozo que habréis experimentado al predicar y enseñar el mensaje de nuestro Señor y Salvador a todo el que estuviera dispuesto a escuchar vuestra voz? Ojalá que decidáis, tal como Alma, salir entre los del pueblo a fin de predicarles la palabra de Dios, para despertar en ellos el recuerdo de sus deberes, para abatir todo el orgullo, las artimañas y contenciones entre ellos, a fin de que podáis rescatarlos y salvarlos con el peso de un testimonio puro.”

Seamos buenos vecinos
En el Libro de Mormón encontramos un ciclo de rectitud a la iniquidad. En Alma 4:5-6 observamos como en un año el corazón de la gente cambia por completo. En los versículos 8-10 notamos que los mismos miembros habían llegado a ser una piedra de tropiezo para los no miembros.
Evitemos ser una piedra de tropiezo para los demás. Como miembros de la Iglesia podemos abrir las puertas misionales a otras familias al seguir el consejo del Presidente Gordon B. Hinckley dado en la Conferencia General de Abril del 2000.
“Como Santos de los Últimos Días, tendamos una mano de amistad a los que no sean de nuestra fe. No actuemos nunca jamás con espíritu de arrogancia ni con una actitud de superioridad moral, sino que exterioricemos afecto, respeto y amabilidad hacia ellos. Somos sumamente incomprendidos, y me temo que gran parte de ello se deba a nuestra propia culpa. Podemos ser más tolerantes, más afables, más amistosos, mejores ejemplos de lo que hemos sido en el pasado. Enseñemos a nuestros hijos a tratar a los demás con amistad, con respeto, con afecto y con admiración. Eso surtirá un resultado mucho más satisfactorio que el de una actitud egotista y arrogante.” Pdte. Gordon B. Hinckley
Tomado de www.infosud.info

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