Una joven decidió plantar un cantero de flores abundantes y colorido, colocó una planta junto con otra hasta que el cantero estaba abarrotado de flores pero en vez de seguir creciendo estas se marchitaron y murieron.
Si les hubiera dejado espacio suficiente para crecer habrían llegado a engalanar el jardín pero debido a su impaciencia la joven no había dado a las flores todo su potencial.
A menudo tratamos de acelerar nuestro crecimiento y de quienes nos rodean en vez de de dejar que el tiempo dé sus resultados, nos desanimamos rápidamente en vez de ver las cosas desde una perspectiva mas amplia, nos transformamos en nuestros peores críticos y nos damos por vencido sin tener en cuenta que estamos en pleno progreso. Es esencial que tengamos paciencia si es que habremos de disfrutar lo que la vida tiene para brindarnos, una familia, oportunidad de crecer, talento, paz y felicidad; si no tenemos paciencia el capullo jamás llegara a ser una flor y nos privaremos a nosotros mismos de toda la dicha que la vida tiene para ofrecer.
Sin paciencia no podremos superar flaquezas y terminamos por abandonar todos los desafíos que no podamos conquistar fácilmente.
La paciencia es una virtud que vemos en un niño al tratar algo nuevo una y otra vez. La paciencia con los demás es una forma de caridad. Cuando tenemos confianza en que las cosas mejoraran llenamos de esperanza a nuestros seres queridos.
La paciencia nos permite dotar a otras personas del poder de crecer a su propio ritmo, cuando nos abstenemos de juzgar a otros o hacemos una pausa antes de reaccionar entramos en una esfera mas tranquila y pacífica. El stress disminuye, el nivel de dicha crece y todos en nuestro alrededor sienten el calor de la aceptación que fomenta el crecimiento.
Todo hermoso jardín comenzó por ser un pedazo de tierra que llegó a ser hermoso porque alguien estuvo dispuesto a esperar.