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domingo, 28 de diciembre de 2008

Otro video sobre el Profeta José Smith


“Jamás podremos entender las cosas de Dios y de los cielos, si no es por medio de la revelación. Podremos espiritualizar y expresar opiniones hasta el fin de la eternidad; pero eso ninguna autoridad nos da”.
“La doctrina de la revelación sobrepuja en gran manera la doctrina de que no hay revelación; porque una verdad revelada de los cielos vale mucho más que todas las ideas sectarias que existen.”

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lunes, 11 de agosto de 2008

La apariencia física y la belleza interior

Sí, a los hombres les atrae la belleza, y miles de ellos caen en la trampa que ésta les coloca. Hay miles de hombres que sólo se interesan en la belleza y lo único que les importa es sentir la gratificación de sus sentidos y pasiones. Para ellos, la satisfacción radica únicamente en ganarse a las más bellas, y lo único que hará que ellos se queden junto a ellas es precisamente que sean atractivas, y no bien se desvanece ese atractivo, el deseo superficial los impulsa a buscar sentir gratificación en otra parte. [Un adagio en inglés dice:] ‘La belleza no penetra la piel’, y cuando una muchacha no tiene más que apariencia física, la admiración que ella infunde en los demás es más hueca que su belleza… Mas existe una belleza que todas las muchachas poseen, un don de Dios, tan puro como la luz del sol y sagrado como la vida. Se trata de un tipo de belleza que todos los hombres adoran, una virtud que se granjea las almas de los hombres. Esa belleza se llama castidad. La castidad, así sea sin la belleza a ras de piel, puede engrandecer al alma, pero la belleza a ras de piel sin castidad puede engrandecer sólo a la retina.La castidad, consagrada en el altar de lo que realmente significa ser mujer, será capaz de retener el amor verdadero por la eternidad” (Gospel Ideals, pág. 450).

lunes, 28 de julio de 2008

Los tres filtros


EN LA ANTIGUA GRECIA, SÓCRATES, FUE FAMOSO POR SU SABIDURÍA Y POR EL GRAN RESPETO QUE PROFESABA A TODOS.
UN DÍA, UN CONOCIDO SE ENCONTRÓ CON EL GRAN FILÓSOFO, Y LE DIJO:

Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?
- Espera un minuto, replicó Sócrates.
Antes de decirme nada, quisiera que pasaras un pequeño examen.
Yo lo llamo el examen del triple filtro.

- Triple filtro? , preguntó el otro.
- Correcto, continuó Sócrates.
Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decir.

Es por eso que lo llamo el “Examen del triple filtro”
... El primer filtro es la VERDAD.
¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?
_ No, dijo el hombre, realmente sólo escuche sobre eso y ...

_ Bien, dijo Sócrates, entonces realmente no sabes si es cierto ó no.
Ahora permíteme aplicar el segundo filtro, el filtro de la BONDAD.
Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?
_ No, por el contrario …
_ Entonces, deseas decirme algo malo de él, pero no estás seguro que sea cierto.
Pero aún podría querer escucharlo porque queda un filtro, el filtro de la UTILIDAD.
Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo?

_ No, la verdad que no.
_ Bien, concluyó Sócrates.

Si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno e incluso no me es útil,

... para que querría yo saberlo?

Usa este triple filtro cada vez que oigas comentarios sobre alguno de tus amigos cercanos y queridos.

La amistad es algo invaluable, nunca pierdas a un amigo por algún malentendido ó comentario sin fundamento.

lunes, 21 de julio de 2008

Por falta de un clavo!!


Esta famosa leyenda está basada en la muerte de Richard III Rey de Inglaterra, quien falleciera en el campo de batalla de Bosworth en 1485, ha sido inmortalizado por la famosa línea de Shakespeare: “un caballo, un caballo. Mi reino por un caballo!” que nos recuerda que pequeñas negligencias nos traen grandes caídas.
Richard III se preparó para la pelea de su vida. Un ejército guiado por Henry, conde de Richmond, estaba marchando en su contra. La prueba determinaría quien regiría Inglaterra.
En la mañana de la batalla, Richard envió a un mozo para asegurarse de que su caballo favorito estuviera listo. “póngale rápido la herradura” dijo el mozo al herrero.
“Tendrás que esperar” respondió el herrero. “he calzado a todos los caballos del ejercito del rey hasta hace pocos días y no tengo mas hierro”
“no puedo esperar”, dijo impacientemente el mozo. “los enemigos del rey están avanzando ahora mismo y debemos reunirnos en el campo. Haga con lo que tenga.”
Así el herrero empezó su tarea. De una barra de hierro hizo cuatro herraduras. Los martilló y dio forma y colocó en las patas del caballo. Entonces comenzó a clavarlas. Pero después de clavar tres se dio cuenta que no había suficientes clavos para las cuatro herraduras. “necesito uno o dos clavos mas, y eso tomará algún tiempo mientras los hago”. “Te dije que no puedo esperar”, dijo el mozo impacientemente. “he escuchado las trompetas ahora. Podrías usar solo el que tengas?”
“yo puedo poner la herradura, pero no estará tan segura como las otras”, dijo el herrero, “eso lo sostendrá? Preguntó el mozo. “podría ser” respondió el herrero, pero no estoy seguro”.
“bien, solo clávala”, gritó el mozo. “de prisa o Richard se enojará con nosotros.”
Los ejércitos chocaron y Richard estuvo en lo más reñido de la batalla. Corrió de arriba hacia abajo al campo, alentando a sus hombres y peleando contar sus enemigos. “adelante! adelante!” gritó instando a sus tropas hacia las líneas de Henry.
Lejos, al otro lado del campo, vio algunos de sus hombres retrocediendo. Si otros los vieran también podrían hacer lo mismo. Así Richard galopó hacia la línea de quiebre, llamando a sus soldados para que peleen. Estaba apenas a mitad del campo cuando una de las herraduras de su caballo se soltó. El caballo se tropezó y cayó y Richard cayó a tierra.
Antes de que el rey pudiera agarrar las riendas, el asustado animal se levantó y galopó muy lejos. Richard miró a su alrededor y vio que sus soldados estaban corriendo retrocediendo y las tropas de Henry los sitiaron.
El ondeó su espada en el aire, “un caballo!” gritó. “un caballo! Mi reino por un caballo” pero no había un caballo para él. Su ejército se había caído a pedazos y sus tropas estaban tratando de salvarse a ellos mismos. Un momento mas tarde los soldados de Henry estaban sobre Richard, y la batalla hubo terminado.

Y desde entonces la gente ha dicho:

Por falta de un clavo, una herradura se perdió,
Por falta de una herradura, un caballo se perdió,
Por falta de un caballo, una batalla se perdió,
Por falta de una batalla, un reino se perdió.
Y todo por falta de un clavo.

Es una buena leyenda para hablar sobre la importancia que debe darle todo líder de la Iglesia a vestirse con toda la armadura de Dios. (Efesios 6:10-18)

miércoles, 2 de julio de 2008

Cómo se Evita que las Críticas nos Preocupen (2da. parte)


Hagamos Esto y la Critica no Podrá Afectarnos:

En una ocasión entrevisté al mayor general Smedley Butler, el viejo "Ojo que Barrena". ¡El "Diablo Infernal" del viejo Butler! ¿Lo recuerdan? El más pintoresco y matasiete de los generales que hayan mandado la Infantería de Marina de los Estados Unidos.
Me dijo que, en su juventud, trataba desesperadamente de hacerse popular, de causar buena impresión en todo el mundo. En aquellos días, la más ligera crítica le escocía. Pero confesó que treinta años en la Infantería de Marina le habían endurecido el pellejo. Me dijo: "He sido herido e insultado. He sido acusado de chacal, de serpiente y de mofeta. He sido maldecido por los técnicos.
Me han adjudicado todas las combinaciones posibles de los epítetos más brutales
que tiene la lengua inglesa. ¿Molestarme? ¡Bah! Cuando alguien me maltrata ahora de palabra, no me molesto ni en volver la cabeza para ver quién está hablando".
Tal vez era demasiado indiferente a la crítica el viejo "Ojo que Barrena", pero hay una cosa cierta: la mayoría de nosotros damos demasiada importancia a los pinchazos y picaduras. Recuerdo aquella vez, hace años, en que un periodista del neoyorquino diario Sun asistió a una demostración de mis clases para adultos y puso después en berlina a mi persona y mi trabajo. ¿Me enfurecí? Lo tomé como un insulto personal. Telefoneé a Gil Hodges, presidente del Consejo de Administración del Sun, y exigí prácticamente que publicara un artículo estableciendo los hechos y no poniéndome en ridículo. Estaba decidido a que el castigo se hallara a la altura del crimen.
Me avergüenza mi proceder de entonces. Comprendo ahora que la mitad de las personas que compraron el periódico ni siquiera leyeron el artículo. Una mitad de las que lo leyeron lo consideraron como un motivo de inocente diversión. Y la mitad de los que se refocilaron con él lo olvidaron todo al cabo de unas cuantas semanas.
Comprendo ahora que las personas no están pensando en usted o en mí y se cuidan muy poco de lo que digan de nosotros. Piensan en ellas antes del desayuno, después del desayuno y así sucesivamente hasta la medianoche. Se interesarán mil veces más en cualquier jaqueca suya que en la noticia de la muerte de usted o de la mía.
Aunque seamos calumniados, ridiculizados, engañados, apuñalados por la espalda y traicionados por uno de cada seis de nuestros más íntimos amigos, no incurramos en una orgía de lamentaciones. En lugar de ello, recordemos que eso fue precisamente lo que le pasó a Jesús. Uno de sus doce más íntimos amigos se convirtió en traidor por un gaje que equivaldría en nuestro moderno dinero a diecinueve dólares. Otro de sus doce más íntimos amigos renegó de él abiertamente en los momentos de peligro y declaró tres veces que ni siquiera conocía a Jesús. Lo hizo con juramento. ¡Uno de cada seis! Esto es lo que sucedió a Jesús. ¿Por qué debemos esperar una proporción mejor? Descubrí hace años que, aunque no podía impedir que se me criticara injustamente, podía hacer algo infinitamente más importante: podía decidir que las críticas injustas me molestaran o no.
Seamos claros acerca de esto: no estoy propugnando que se pase por alto toda crítica. Lejos de eso. Estoy hablando únicamente de pasar por alto las críticas injustas. En una ocasión pregunté a Eleanor Roosevelt cómo se comportaba ante esta clase de críticas; Probablemente, ha tenido más fervorosos amigos y más violentos enemigos que cualquier otra mujer que haya pasado por la Casa Blanca.
Me dijo que en su juventud era casi tremendamente tímida y se asustaba de lo que la gente decía. Tenía tanto miedo a la crítica que pidió un día a su tía, la hermana de Theodore Roosevelt, algún consejo. Habló así: "Tía Bye, quiero hacer esto y esto. Pero temo que me critiquen".
La hermana de Teddy Roosevelt la miró cara a cara y le dijo: "Nunca debe importarte lo que la gente diga, siempre que sepas en el fondo de tu alma que tienes razón". Eleanor me dijo que este consejo fue su Peñón de Gibraltar años después, cuando estuvo en la Casa Blanca. Me dijo que el único modo de escapar a toda crítica es ser como una figura de porcelana de Dresde y permanecer en un anaquel. "Haga lo que entienda que es justo, porque lo criticarán, de todos modos. Será 'condenado si lo hace y condenado si no lo hace'." Tal es su consejo.


Hagamos las cosas lo mejor que podamos y, a continuación, abramos el viejo paraguas y procuremos que la lluvia de críticas no nos moje.

martes, 1 de julio de 2008

Cómo se Evita que las Críticas nos Preocupen (1era. Parte)

En 1929 se produjo un acontecimiento que causó sensación en todos los círculos docentes del país. Acudieron a observar el caso de Chicago sabios de toda Norteamérica. Unos cuantos años antes, un joven llamado Robert Hutchins había conseguido graduarse en la Universidad de Yale trabajando de mozo, leñador, preceptor y vendedor de ropas hechas. Ahora, ocho años después, iba a ser el presidente de la cuarta universidad de Norteamérica en orden de ingresos:
la Universidad de Chicago. ¿Su edad? ¡Treinta años! ¡Era increíble! Los viejos profesores movían la cabeza. Se multiplicaron las críticas acerca de este "chico prodigio". Era esto y era lo otro: demasiado joven, demasiado inexperimentado, con ideas pedagógicas muy raras... Hasta los periódicos intervinieron en el ataque.
El día en que fue proclamado presidente Robert Maynard Hutchins, un amigo dijo a su padre: "Me he escandalizado esta mañana al leer el artículo editorial en que se atacaba a su hijo".
Y el viejo Hutchins contestó: "Sí, es un ataque duro, pero recuerde que nadie patea a un perro muerto".
Sí, y cuanto más importante es el perro, con más satisfacción se lo patea. El príncipe de Gales, que posteriormente se convirtió en Eduardo VIII, comprobó esto por experiencia propia, en sus posaderas. Asistía entonces al Colegio de Darmouth, en el condado de Devon; es un colegio que corresponde a la Academia Naval de Annapolis. El príncipe tenía catorce años. Un día, uno de los oficiales lo encontró llorando y le preguntó qué le pasaba. Se negó a decirlo al principio, pero
Finalmente admitió la verdad: los cadetes lo habían pateado. El comodoro del colegio congregó a los muchachos y les explicó que el príncipe no se había quejado, pero que deseaba saber por qué el príncipe había sido castigado.
Después de muchas toses y rascaduras de cabeza, los cadetes confesaron que querían estar en condiciones de decir, cuando fueran oficiales de la Marina Real, que habían dado un puntapié al propio Rey.
Por tanto, cuando uno es golpeado y criticado, recordemos que se debe muchas veces a que ello procura al atacante una sensación de importancia.Significa frecuentemente que uno está haciendo algo que merece la atención.

jueves, 19 de junio de 2008

Historia Familiar - Su importancia en nuestra vida


"¡Cuántas veces he deseado que se quitara el velo de sobre la faz de los Santos de los Últimos Días! Cómo deseo que pudiéramos ver y conocer las cosas de Dios, como aquellos que están obrando por la salvación de los de la familia humana que se encuentran en el mundo de los espíritus: porque si así fuera, todo este pueblo, con muy pocas excepciones, si acaso las hubiera, perdería todo interés en las riquezas del mundo, y en su lugar, sus íntegros deseos y obras se orientarían hacia la redención de los muertos". (Pte. Wilford Woodruff, Discourses of Wilfor Woodruff, pág. 153)

miércoles, 11 de junio de 2008

CRIA A TUS HIJOS CON UN POCO DE HAMBRE Y UN POCO DE FRIO


El amor que les tenemos a nuestros hijos nos lleva muchas veces a cegarnos y a olvidar lo que los hará felices a la larga. Es muy común en estos tiempos que los padres de familia, sobre todo los de ciertos recursos económicos, les construyamos un mundo irreal, sacado de un cuento de Walt Disney, así de la realidad.

Cuando tarde que temprano el cuento termina, nuestros hijos se enfrentan a un mundo que desconocen, que no comprenden, lleno de trampas y callejones sin salida que no saben sortear, y las consecuencias son peores a las que quisimos evitar.

Hace poco la imagen de un padre con lágrimas en los ojos conmovió profundamente al mundo entero. Pelé, el gran ídolo del fútbol de los últimos tiempos, quien a diferencia de otras ocasiones, dio una de las ruedas de prensa más tristes y dolorosas de su Vida: su hijo, Edson de 35 años, fue arrestado junto a 50 personas más en la ciudad de Santos Brasil.

El hijo de Pelé fue acusado de asociación delictiva con narcotraficantes y puede ser condenado a 15 años de cárcel. Con lágrimas en los ojos, el ex futbolista brasileño admitió públicamente que su hijo resultó involucrado en una pandilla de traficantes de cocaína arrestados por la policía. Pelé dijo a los medios: "como cualquier padre, es triste ver a tu hijo metido en grupos como ése y ser arrestado, pero él tendrá que sufrir las consecuencias". Y agregó, "desafortunadamente, yo quizás estaba demasiado ocupado y no me di cuenta."

Es lamentable, porque yo siempre he peleado contra las drogas y no noté Lo que pasaba en mi propia casa. Pelé es un personaje mundial admirable como deportista y hombre honesto que no perdió su humildad como otras figuras del deporte. Sin embargo, es triste que un hombre bueno y talentoso como él se haya "distraído" en su jugada más importante: la formación de sus hijos.

La historia de Pelé no es un hecho aislado. Por desgracia es la vida de cientos de padres de familia de estas épocas atrapados en una agenda saturada de trabajo y de fuera de casa. Papás que compensan la falta de atención a sus hijos con bienes materiales. Los inscriben en las mejores escuelas, los rodean de lujos y comodidades y piensan que con eso ya cumplieron con su tarea de padres, cuando lo único que han logrado es formar niños que desconocen el hambre y tiran lo que no les gusta. Hijos tiranos, pequeños monstruos insoportables y prepotentes que sufrirán y harán sufrir a sus semejantes porque desde pequeños se han salido con la suya.

Muchachitos que creen que sentir frío o calor es cuestión de regular el aire acondicionado, que el cansancio que han sentido se limita a caminar unas cuadras porque no hallaron estacionamiento frente a la discoteca, jovencitos que piensan que el trabajo de los padres es firmar cheques para que ellos tengan todo lo que se les antoja.

¿Qué posibilidades tienen nuestros hijos de convertirse en hombres y mujeres de bien si los papás les damos todo y no les educamos la voluntad? ¿Qué hijos estamos formando si con nuestra actitud les enseñamos que el dinero es lo más importante en la vida?

Confucio decía: "Educa a tus hijos con un poco de hambre y un poco de frío". Proverbio 22:6 señala: "Instruye al niño en su camino y aun cuando fuere viejo no se apartara de el” . Cuánto bien hacen los padres a los hijos cuando ponen esa máxima tan sencilla en práctica. Y cuánto daño les hacen al ponerles todo en bandeja de plata.

Hay muchas realidades que como padres quisiéramos desaparecer; el sufrimiento de los hijos, el exceso de sudor, de esfuerzo, y las carencias económicas. Sin embargo, quizás esas realidades no los hagan felices de momento, pero a la larga puedan forjarlos como hombres y mujeres de bien. Ojalá que más padres de familia tengan la inquietud de enterarse por dónde andan sus hijos.

Que no les vaya a pasar que cuando tengan tiempo deban decir: "Estaba demasiado ocupado y no me di cuenta".

martes, 10 de junio de 2008

Albedrío - Decidimos enojarnos..... Enojo - Decisión personal


"El verbo "irritar" se podría poner en una receta para un desastre: 'Haga calentar los ánimos, mézclelos con palabras bruscas hasta que empiecen a hervir; siga revolviendo hasta que adquieran consistencia; enfríelos; deje enfriar los sentimientos durante varios días; sírvalo helado; tiene para rato'. Una parte de la astucia de esta estrategia de Satanás es separar la ira del albedrío, haciéndonos creer que somos víctimas de una emoción que no podemos controlar.Perder el control es una elección interesante de palabras que han llegado a ser comunes. 'Perder algo' implica 'involuntariamente', 'en forma accidental', 'sin querer', 'no responsables', descuidados quizás, pero 'no responsables'.'Me hizo enojar'. Ésta es otra frase que escuchamos y que también implica falta de control o de albedrío; es un mito que se debe refutar. Nadie nos hace enojar. Otras personas no nos hacen enojar. No hay fuerza de por medio. El enojarse en una elección consciente, es una decisión. ¡Nosotros elegimos!(Élder Lynn G. Robbins, Liahona julio 1998, pág.86)

lunes, 9 de junio de 2008

La Rectitud: Ingrediente indispensable para la libertad



Teniendo presente la experiencia del Rey Noé y su iniquidad, el Rey Mosíah fue a preguntar a la nación Nefita. Mosíah sabía que sus días terminarían pronto, ninguno de sus hijos había aceptado el trono y el pueblo todavía seguía deseando un rey para que les gobernase.
“He aquí, pueblo mío, o hermanos míos, porque como a tales os estimo, deseo que meditéis sobre el asunto que se os suplica considerar, por cuanto deseáis tener rey.” (Mosíah 29:5)
Después de explicar al pueblo que sus hijos no deseaban el reinado y para evitar futuras contenía o guerra civil, el rey hizo un llamado al pueblo a meditar usando su mejor razonamientos y sabiduría. Entonces el Rey Mosiah propone una nueva forma de gobierno –Jueces elegidos por el mismo pueblo—“por tanto, esto observaréis y tendréis por ley: Trataréis vuestros asuntos según la voz del pueblo.” (vers 26)
Pero con esa misma libertad – El no tener que seguir el dictado de un rey, ya sea justo o inicuo – venia una gran responsabilidad “que si este pueblo comete pecados e iniquidades, éstos recaigan sobre su propia cabeza.” (Vers 30) De manera que esto mismo tiene aplicación en la actualidad donde los Santos de los Últimos Días son miembros del electorado (o tiene el derecho a votar) Es el pueblo quien no debe olvidar el estar vigilando que la libertad y rectitud del gobierno y pueblo se vea amenazada. Como miembros de la Iglesia debemos usar el derecho al voto (durante elecciones de gobierno) e influenciar positivamente en rectitud entre nuestros vecindarios y ciudades.
La Primera Presidencia en 1998 animo a los miembros a participar en la política y en asuntos de la comunidad de manera que los miembros de esta iglesia propongan gente buena y recta en sus comunidades tal y como el Señor lo declaro al Profeta Jose Smith 10 Por tanto, debe buscarse diligentemente a hombres a honrados y sabios, y a hombres buenos y sabios debéis esforzaros por apoyar; de lo contrario, lo que sea menos que esto del mal procede. (D&C 98:10)
Hace muchos años (Abril del 76) el Presidente Ezra Taft Benson (Miembro del Quórum de los Doce en ese entonces) aconsejo cumplir con nuestro deber en la vida pública, recalcando que no podemos ser solo espectadores.

Predicando la palabra de Dios

Usando el ejemplo de Alma del capítulo cuarto de Alma, el Elder L. Tom Perry recordó a los miembros de la Iglesia durante la conferencia general de abril de 1992 de la necesidad urgente de misioneros de tiempo completo.
“Aquellos fueron tiempos decisivos para Alma. En su cargo de sumo sacerdote de la Iglesia, había estado tratando de proteger a su pueblo para que no cayera en el pecado, predicándole el evangelio; en su cargo de juez superior había estado administrando las leyes del país. Al ver que la iniquidad del pueblo aumentaba, no podía continuar dividiendo su tiempo entre ambas funciones.”
“Alma comprendía un hecho básico de la vida: los problemas de la humanidad no se pueden resolver a menos que a la gran mayoría se le haya enseñado un código de conducta al cual apegarse para que no caiga en el pecado. Desde el principio, el Señor estableció para nuestros primeros padres terrenales mandamientos y convenios que, si se cumplen y obedecen, nos mantendrán alejados del dolor y la devastación de una vida desenfrenada. Al considerarlas condiciones del mundo actual, deberíamos hacernos esta pregunta: “¿Cómo podríamos prevenir más eficazmente la perdida que resulta del aumento abrumador de los problemas espirituales, emocionales y físicos que afligen a la humanidad hoy en día?” Da la impresión de que utilizamos la mayor parte de nuestro tiempo y energías en reparar los daños causados por el pecado y no dedicamos bastante tiempo a enseñar a los seres humanos la ley del Señor a fin de que la establezcan como fundamento para gobernar su vida.”
“¿Expresará vuestra historia el gozo que habréis experimentado al predicar y enseñar el mensaje de nuestro Señor y Salvador a todo el que estuviera dispuesto a escuchar vuestra voz? Ojalá que decidáis, tal como Alma, salir entre los del pueblo a fin de predicarles la palabra de Dios, para despertar en ellos el recuerdo de sus deberes, para abatir todo el orgullo, las artimañas y contenciones entre ellos, a fin de que podáis rescatarlos y salvarlos con el peso de un testimonio puro.”

Seamos buenos vecinos
En el Libro de Mormón encontramos un ciclo de rectitud a la iniquidad. En Alma 4:5-6 observamos como en un año el corazón de la gente cambia por completo. En los versículos 8-10 notamos que los mismos miembros habían llegado a ser una piedra de tropiezo para los no miembros.
Evitemos ser una piedra de tropiezo para los demás. Como miembros de la Iglesia podemos abrir las puertas misionales a otras familias al seguir el consejo del Presidente Gordon B. Hinckley dado en la Conferencia General de Abril del 2000.
“Como Santos de los Últimos Días, tendamos una mano de amistad a los que no sean de nuestra fe. No actuemos nunca jamás con espíritu de arrogancia ni con una actitud de superioridad moral, sino que exterioricemos afecto, respeto y amabilidad hacia ellos. Somos sumamente incomprendidos, y me temo que gran parte de ello se deba a nuestra propia culpa. Podemos ser más tolerantes, más afables, más amistosos, mejores ejemplos de lo que hemos sido en el pasado. Enseñemos a nuestros hijos a tratar a los demás con amistad, con respeto, con afecto y con admiración. Eso surtirá un resultado mucho más satisfactorio que el de una actitud egotista y arrogante.” Pdte. Gordon B. Hinckley
Tomado de www.infosud.info

domingo, 8 de junio de 2008

NUESTRA PALABRA VALE MUCHO


El ser dignos de confianza es un elemento de grandeza humana. Por lo tanto, cuando una persona llega a ser digna de la confianza de Dios en todos los sentidos, usualmente llega a ser digna de la confianza de sus semejantes. Podemos usar un ejemplo que ilustra el grado de confianza que los miembros de la Iglesia tenían en el profeta José Smith. Lo siguiente fue escrito por Sara M. Pomeroy:
Mi padre se mudó de Nueva York a Nauvoó en la primavera de 1843. Por entonces yo tenía nueve años. Al día siguiente de nuestra llegada, me encontraba afuera, en el patio, cuando llegó un hombre a caballo y preguntó por mi padre, Tomás Colborn. Por supuesto que yo no sabía quién era ese caballero, pero había en su aspecto algo tan noble y digno que me impresionó profundamente.
Mi padre salió y le estrechó la mano cordialmente, llamándolo "Hermano José". Entonces supe que era el Profeta.
Estos eran días muy agitados. El Profeta había sido acusado falsamente de intentar asesinar al Gobernador Boggs, de Misuri. Porter Rockwell, un gran amigo del Profeta, había sido secuestrado y llevado a Misuri como cómplice, y su juicio estaba a punto de iniciarse. El Profeta le pidió a mi padre que le prestara cien dólares para pagar al abogado de Porter Rockwell, y mi padre se los prestó con gusto.
"Se los devolveré dentro de tres días, si estoy vivo", dijo el Profeta, y se fue.
Mi tía, la hermana de mi padre, se puso colérica. Le dijo: "¿Qué no sabes, Tomás, que nunca volverás a ver un centavo de ese dinero? Aquí está tu familia sin un hogar, y tú andas tirando el dinero".
"No te preocupes, Ketie", le contestó mi padre. "Si el Profeta no me puede pagar, no tiene que pagármelo".
Esa conversación ocurrió delante de nosotros, los niños, y yo me puse a pensar seriamente. ¿Pagará o no pagará? No obstante, yo tenía gran fe en que sí lo haría.
Llegó el día en que el dinero tenía que pagarse; era un día frío y lluvioso; y llegó la noche: las nueve, las diez, y todos nos fuimos a dormir. Poco después se oyó un toquido a la puerta. Mi padre se levantó y fue a abrir, y ahí, bajo la lluvia, estaba el profeta José.
"Aquí tiene su dinero, hermano Tomás". Se encendió una vela, y el Profeta contó los cien dólares, y dijo: "Hermano Tomás, todo el día he andado tratando de reunir esta cantidad, porque de ello dependía mi honor. Que Dios lo bendiga" (Hyrum L. Andrus y Helen Mae Andrus, The) knew the Prophet, Boockcraft, 1974, pp. 171,172).
Por lo tanto, la confianza tiene dos facetas que debemos y podemos desarrollar. Una es llegar a ser dignos de confianza; tener las cualidades que harán que otros nos vean como una persona a quien pueden y necesitan recurrir. La segunda es la capacidad de confiar, es decir, portarse como lo hizo David cuando se enfrentó a Goliat.