Sí, a los hombres les atrae la belleza, y miles de ellos caen en la trampa que ésta les coloca. Hay miles de hombres que sólo se interesan en la belleza y lo único que les importa es sentir la gratificación de sus sentidos y pasiones. Para ellos, la satisfacción radica únicamente en ganarse a las más bellas, y lo único que hará que ellos se queden junto a ellas es precisamente que sean atractivas, y no bien se desvanece ese atractivo, el deseo superficial los impulsa a buscar sentir gratificación en otra parte. [Un adagio en inglés dice:] ‘La belleza no penetra la piel’, y cuando una muchacha no tiene más que apariencia física, la admiración que ella infunde en los demás es más hueca que su belleza… Mas existe una belleza que todas las muchachas poseen, un don de Dios, tan puro como la luz del sol y sagrado como la vida. Se trata de un tipo de belleza que todos los hombres adoran, una virtud que se granjea las almas de los hombres. Esa belleza se llama castidad. La castidad, así sea sin la belleza a ras de piel, puede engrandecer al alma, pero la belleza a ras de piel sin castidad puede engrandecer sólo a la retina.La castidad, consagrada en el altar de lo que realmente significa ser mujer, será capaz de retener el amor verdadero por la eternidad” (Gospel Ideals, pág. 450).