lunes, 16 de noviembre de 2009

Nuestras Fortalezas Pueden volverse Nuestra Perdición



Por el Elder Dallin H. Oaks
Del Quórum de los Doce Apóstoles

De un discurso dado en el Barrio 18. BYU, Provo, UT el 7 de junio de 1992. Publicado en Ensign, octubre de 1994, p.11
Traducción libre de Juan Javier Reta Némiga.
Correccion por admin (www.cumorah.org)

El Señor advirtió a la primera generación de los Santos de los Últimos Días de “tener cuidado en cuanto a vosotros mismos” (D&C 84:43). Procuro recordar a cada uno de nosotros acerca de las susceptibilidades mortales y de las desviaciones diabólicas que pueden unirse para producir nuestra perdición espiritual.

Lehi enseñó lo siguiente: “por que es necesario que haya una oposición en todas las cosas. Si no … la justicia no podría llevarse a efecto” (2 Ne. 2). En el reino del progreso espiritual, aquella oposición a menudo es proporcionada por las tentaciones de Satanás. Aprendemos en la revelación moderna que “es necesario que el diablo tiente a los hijos de los hombres, o ellos no podían ser sus propios agentes” (D&C 29:39).

El élder Marion G. Romney, del Quórum de los Doce, enseñó lo siguente “los Santos de los Últimos Días saben que hay un Dios. Con similar certeza, ellos saben que Satanás vive, que él es un personaje poderoso de espíritu, el enemigo mortal de Dios, del hombre, y de la honradez” (Ensing, junio de 1971, p. 35). El presidente Joseph F. Smith describió uno de los métodos del Satanás: “Satanás es un imitador hábil, y cuando la genuina verdad absoluta es dada al mundo en abundancia creciente, entonces él extiende de la misma manera doctrina falsa” (ibíd., p. 36).

Satanás usa cada dispositivo posible para degradar y esclavizar cada alma. Él intenta deformar y corromper todo lo creado para el bien del hombre, a veces diluyendo lo que está bien, a veces camuflando lo que es malo. Generalmente pensamos en que Satanás solo nos ataca en nuestro punto más débil. El presidente Spencer W. Kimball cuando era miembro del Quórum de los Doce describió esta técnica cuando dijo: “Lucifer y sus seguidores saben de los hábitos, debilidades y puntos vulnerables de cada uno y los aprovecha para conducirnos a la destrucción espiritual” (El Milagro de Perdón, Salt Lake City: Bookcraft, 1969, pps 218–19).

Como en la fábula de Aquiles, que era inmune a cada golpe letal excepto en su talón, muchos de nosotros tienen una debilidad especial que puede ser explotada para nuestra perdición espiritual. Para unos, aquella debilidad puede ser un gusto al licor, una vulnerabilidad extraña a la tentación sexual, una susceptibilidad al juego de azar obsesivo o a la especulación imprudente. Para otros, esto puede ser un ansia por el dinero o poder. Si somos sabios, sabremos nuestras debilidades, nuestros Talones de Aquiles espirituales, y nos fortificaremos contra las tentaciones en aquellas áreas.

Pero la debilidad no es nuestra única vulnerabilidad. Satanás también puede atacarnos donde pensamos que somos fuertes, en las mismas áreas donde estamos orgullosos de nuestras fuerzas. Él se acercará a nosotros utilizando los mayores talentos y dones espirituales que poseemos. Si no tenemos cuidado, Satanás puede causar nuestra perdición espiritual corrompiéndonos por medio de nuestras fuerzas así como lo hace explotando nuestras debilidades. Ilustraré esta verdad con varios ejemplos.

Temas predilectos del evangelio
Mi primer ejemplo concierne a los esfuerzos que hace Satanás para corromper a una persona que tiene un compromiso excepcional con una doctrina particular o un mandamiento del evangelio de Jesucristo. Esto podría ser un talento especial para la obra de historia de familiar, un compromiso extraordinario dentro del gobierno del pais, un talento especial en la adquisición de conocimiento, o cualquier otro talento especial o compromiso.

El Elder Boyd K. Packer, del Quórum de los Doce, ha comparado la plenitud del evangelio con un teclado de piano. Él nos ha dicho que una persona podría ser “atraída por una sola tecla” como una doctrina o parte del evangelio que él o ella quieren oír “tocando repetidas veces”. … Hay algunos miembros de la Iglesia que deberían entender que han elegido una o dos teclas predilectas y que les dan un toque sin cesar, hasta llegar a causar la irritación de aquellos que se encuentran alrededor de ellos. Ellos pueden llegar a embotar sus propias sensibilidades espirituales. Ellos pierden de vista que hay una plenitud del evangelio [que ellos rechazan] antes que una sola nota favorita. Este se hace exagerado y deformado, llevándolos a la apostasía” (Ensign, diciembre de 1971, p. 42).

Podríamos decir de tales personas, tal como el Señor dijo de los Cuáqueros en una revelación dada en 1831, “Ellos desean saber la verdad solo en parte, pero no toda” (D&C 49:2). Esten precavidos acerca de tener una tecla favorita. Si usted da un toque a una tecla excluyendo las demás en perjuicio del teclado completo de evangelio, Satanás puede usar su fuerza para vencerle.

Mala aplicación de los Dones Espirituales
Satanás también intentará causar nuestra perdición espiritual dándonos la tentación de aplicar mal nuestros dones espirituales. Las revelaciones nos dicen que “hay muchos dones, y a cada hombre es dado un don por el Espíritu de Dios. … Todos estos dones vienen de Dios, a beneficio de los hijos de Dios” (D&C 46:11, 26). La mayor parte de nosotros han visto personas a quienes el adversario ha pervertido por una corrupción de sus dones espirituales. Mi madre me compartió un ejemplo, algo que ella observó asistiendo a la Universidad de Brigham Young hace muchos años.

Un hombre que vivia en una comunidad en Utah tenía un poderoso don de sanidad. La gente lo buscó para bendiciones, tanta que tenían que incluso que hacer colas para recibir sus bendiciones. Con el tiempo, él casi hizo una profesión esto de dar bendiciones. Comenzó a viajar a varias comunidades, visitó los apartamentos de estudiantes de la BYU, preguntando si ellos querián bendiciones. Este hombre había perdido la vista de la dirección revelada en dones espirituales: “siempre recordando para lo que les dan” (D&C 46:8). Un don espiritual es dado para beneficiar a los hijos de Dios, no para ampliar la prominencia o satisfacer el ego de la persona que lo recibe. El curador profesional olvidó la lección y gradualmente perdió el compañerismo del Espíritu y finalmente fue excomulgado de la Iglesia.

Un Deseo de Saber Todo
Otra táctica fuerte de Satanás consiste en explotar el fuerte deseo de entender todo sobre cada principio del evangelio. ¿Cómo podría posiblemente trabajar esto en nuestro perjuicio?. La experiencia enseña que si este deseo no es disciplinado, puede hacer que algunos lleven sus búsquedas más allá de las franjas de la doctrina, buscando respuestas para obscurecer misterios más bien que para buscar un entendimiento firme y una mejor práctica de los principios básicos del evangelio.

Unos buscan respuestas a preguntas que Dios no ha decidido contestar. Los otros reciben respuestas o piensan que ellos reciben los medios para recibir respuestas lo cual es contrario al orden de la Iglesia. Para tales buscadores, Satanás está listo para engañar por medio de sofismas o revelación falsa. Las personas que tienen hambre insaciable de entendimiento en todas las cosas deben disciplinar sus preguntas y sus métodos o ellos pueden acercarse a la apostasía sin saberlo. Puede ser tan peligroso exceder la ortodoxia de la doctrina que es un punto que no debemos olvidar. La seguridad y la felicidad se deriva de guardar los los mandamientos, no en disminuir o multiplicar los mismos.

Un Deseo de Ser Conducido en Todas las Cosas
Estrechamente relacionado a este ejemplo es la persona que tiene un deseo fuerte de ser conducido por el Espíritu del Señor, pero a quiénes imprudentemente amplían aquel deseo al punto del deseo de ser conducido en todas las cosas. Un deseo de ser conducido por el Señor es una fortaleza, pero tiene que ser acompañado por un entendimiento de que nuestro Padre Celestial se vale del uso de ejercer nuestras propias decisiones en nuestras opciones personales. El hacer una decisión personal es una de las fuentes de crecimiento que se supone debemos experimentar en la mortalidad. Las personas que tratan de cambiar el dejar [todas] las decisiones al Señor y suplicar por la revelación en cada opción encontrarán pronto circunstancias en las cuales ellos orarán por la dirección y no lo recibirán. Por ejemplo, este probablemente ocurrirá en aquellas numerosas circunstancias en las cuales las opciones son triviales o en la que una u otra opción es aceptable.

Deberíamos estudiar todas las cosas en nuestras mentes, usando los poderes de raciocinio que nuestro Creador ha colocado dentro de nosotros. Luego deberíamos orar para tener dirección y actuar conforme a ello si la recibimos. Si no recibimos la dirección, deberíamos actuar sobre nuestro mejor juicio. Las personas que persisten en la busca de la dirección por medio de la revelación en asuntos en los cuales el Señor ha decidido no dirigirnos pueden inventar una respuesta de su propia fantasía o tendencia, o ellos pueden recibir hasta una respuesta por medio de la falsa revelación. La revelación de Dios es una realidad sagrada, pero como otras cosas sagradas, debe ser apreciada y usado correctamente de modo que una gran fuerza no se haga una debilidad de incapacitación.

Los Honores se pueden dar vuelta a veces en Nuestro Perjuicio
Los honores que a veces recibimos de nuestros pares son potencialmente una fortaleza, pero tenemos que recordar que Satanás puede dar vuelta a éstos a nuestro perjuicio también. Debemos ser cuidadosos de que no nos volvamos como el profeta Balaam. El Apóstol Pedro dijo que Balaam “amó el salario de los malos” (2 Pedro 2:15), lo que el Élder Bruce R. McConkie, del Quórum de los Doce, interpretó como “los honores de los hombres y la riqueza del mundo” (Doctrinal New Testament Commentary, 3 vols., Salt Lake City: Bookcraft, 1973, 3:361). Los honores pueden venir, pero deberíamos precavernos que ellos no nos desvían de nuestras prioridades y compromisos alejandonos de las cosas de Dios.

Un Deseo de Sacrificar Más de lo que es Necesario
Una buena voluntad de sacrificar todo que poseemos para la obra del Señor es seguramente una fortaleza. De hecho, esto es un convenio que hacemos en sitios sagrados. Pero hasta esta fuerza puede rebajarnos si dejamos de encuadrar nuestros sacrificios a aquellas cosas que el Señor y sus líderes nos han pedido a nosotros en este tiempo. ¿Deberíamos decir con Alma, “¿por qué he de desear algo más que hacer la obra a la que he sido llamado?” (Alma 29:6). Las personas que consideran insuficiente el hecho de pagar de sus diezmos y ofrendas y el trabajar en las posiciones a las cuales los han llamado pueden ser fácilmente pervertidas por cultos y otros caminos extraños por su buena voluntad de sacrificar más de lo que es necesario.

Conocimiento Social No Templado por Otros Valores
Algunas personas tienen una conciencia social sutilmente desarrollada. Ellos responden a la injusticia social involucrándose con una gran preocupación, compromiso, y generosidad. Este es seguramente una fuerza espiritual, algo que muchos de nosotros necesitan en la mayor medida. Aún las personas que tienen esta gran cualidad personal tienen que ser cautelosas de que esto no les obligue a sobrepasar otros valores últimos. Mi conciencia social no debería hacer que yo imponga a otros, o que use de su tiempo o pensamientos para realizar mis objetivos. No somos bendecidos por ampliar nuestra vocación con tiempo o recursos de alguien más. Se manda que nosotros amemos a nuestros vecinos, no que los manipulemos, aun si nuestros propósitos y objetivos fuesen justos y honrados.

Del mismo modo, no deberíamos sentirnos mal de nuestra Iglesia o sus líderes cuando ellos se abstienen de usar la retórica del evangelio social o de asignar recursos de Iglesia a objetivos a favor de los grupos que consideramos vulnerables. Deberíamos recordar que el Señor ha dado a su Iglesia restaurada una misión única no dada a otros grupos. La Iglesia debe concentrar sus esfuerzos primarios en aquellas actividades que sólo pueden ser llevadas a cabo con la autoridad del sacerdocio, tal como la predicación del evangelio y la obra vicaria a favor de los muertos.

Un Enfoque Intenso en los Objetivos
Hay gran fuerza en ser muy enfocado en nuestros objetivos. Hemos visto todos los frutos favorables de utilizar tal enfoque. Sin embargo, aun un intenso enfoque en los objetivos puede hacer que una persona olvide la importancia de los medios honrados. Cuando servía en una presidencia de Estaca, un hombre se jactó ante mí del modo en que él había logrado su objetivo de tener una asistencia perfecta en nuestras reuniones de liderazgo de Estaca. En una ocasión, se requirió que él hiciera un informe de trabajo durante una de nuestras reuniones de Estaca. Cuando su jefe le negó su petición del permiso del trabajo para asistir a esta reunión de la Iglesia, él me dijo con orgullo que “si llamaba a su jefe para decirle que estaba enfermo” entonces él podría venir sin problemas a la reunion.

Comenze a observar a aquel hombre después de esto. Me pregunté si él podria llegar a robar el dinero a fin de pagar su diezmo. Puede ser un ejemplo extremo, pero esto ilustra el punto que deseo enfatizar. No podemos estar tan preocupados por nuestros objetivos que pasamos por alto la necesidad de usar métodos honrados para alcanzarlos.

Maestros Populares y el Potencial de la Superchería Sacerdotal
Otra ilustración de una fortaleza que puede transformarse en nuestra perdición concierne a los maestros carismáticos. Con una mente entrenada y una hábil capacidad de dar presentaciones, los maestros pueden hacerse excepcionalmente populares y eficaces en la enseñanza. Pero Satanás tratará de usar aquella fuerza para corromper a los maestros animándolos a comenzar a juntar un grupo de discípulos. Un maestro de la Iglesia, un instructor del sistema educativo, o el profesor de una universidad de Santos de los Últimos Días que junta tales discípulos [que] lo hace “por la riqueza y el honor” (Alma 1:16) es culpable de superchería. “Los charlatanes son los hombres que predican y se establecen para ser una luz al mundo, a fin de conseguir la ganancia y la alabanza del mundo; pero ellos no buscan el bienestar de Sion” (2 Ne. 26:29).

Los maestros que son los más populares y por lo tanto los más eficaces, tienen una susceptibilidad especial para la superchería. Si ellos no tienen cuidado, su fortaleza puede hacerse su perdición espiritual. Ellos pueden hacerse como Almon Babbitt, con quien el Señor no estuvo complacido porque “él aspiraba para establecerse como guía en vez de acudir a la guía establecida es decir la Presidencia de mi Iglesia; y él se hizo un becerro de oro para la adoración de mi gente” (D&C 124:84).

Abandono o Deformación de los Deberes Familiares
La familia, la institución más sagrada en la mortalidad, es un área en la cual Satanás está por sobre todo impaciente por usar sus fuerzas para causar nuestra perdición. Mi primera ilustración bajo este título está dirigida a las cabezas de familia. La Biblia dice que el trabajo es un don de Dios para alegrarse en nuestras obras (ver Eccl. 5), pero aquel don puede ser corrompido. Nuestros trabajos, y la prosperidad y reconocimiento que conseguimos por ellos, pueden hacerse fácilmente un dios y ponerse delante del Dios Verdadero. El Señor dijo “no tendrás dioses ajenos delante de mi” (Exodo. 20:3). Llevado al exceso, el amor y el compromiso por el trabajo puede hacerse una excusa para descuidar las responsabilidades de la Iglesia y la familia. La mayor parte de nosotros podrían citar más de una ilustración de aquella realidad.

En un nivel aún más sensible, el deseo honrado de un hombre de actuar en su posición como líder en su familia, si no es honradamente ejercido, puede conducirlo al fariseísmo, al egoísmo, la dictadura y hasta la brutalidad. Una advertencia oportuna contra este peligro es la instrucción del Señor que esto es “la naturaleza y la disposición” de aquellos que tienen un poco de autoridad y la utilizan para “ejercer injusto dominio” (D&C 121:39). Debemos prestar atención todos a la instrucción de que la autoridad del sacerdocio debe ser ejercida “por la persuasión, por longanimidad por suavidad y mansedumbre y por el amor sincero” (D&C 121:41).

Del mismo modo, los deseos honrados y apropiados de una mujer de crecer, para desarrollarse y ampliar su talentos [por medio de una profesion], un deseo fuertemente reforzado por los maestros de escuela así como los movimientos feministas pueden conducirlas a manifestaciones extremas, que pueden llevarlas a tentativas de adelantarse al gobierno del sacerdocio, a la defensa de ideas que no están en armonía con la doctrina de Iglesia, o hasta al abandono de las responsabilidades en la familia.

Excesos en Dar
Otra área en la cual nuestras fuerzas pueden ser nuestra perdición son las finanzas. Se nos manda que nosotros demos al pobre. ¿Podía la realización de aquella obligación cristiana fundamental ser llevado al exceso? Sí, puede ser. He visto casos en los cuales las personas realizaron aquel deber hasta tal punto que ellos empobrecieron a sus propias familias gastando recursos, propiedades o tiempo que eran necesarios para con los miembros de su familia.

Quizás este exceso explica por qué el Rey Benjamin, que mandó que su gente impartiera de su cosas con el pobre limentar al hambriento, vestir al desnudo, visitar al enfermo, y ministrar para su alivio, tanto espiritual como temporalmente”. Pero tambien los advirtió de “que se hagan todas estas cosas con prudencia y orden; porque no se exige que un hombre corra más aprisa de lo que sus fuerzas le permiten” (Mosiah 4:26–27). Del mismo modo, una revelación dada al Profeta Joseph Smith cuando él traducía el Libro de mormón lo advirtió, “no corras más rápido o trabajes más de lo tu fuerza y medios te permitan traducir” (D&C 10:4).

Logro y Orgullo
Otras ilustraciones de como nuestras fortalezas pueden hacerse nuestra perdición conciernen la actividad del aprendizaje. Un deseo de saber es seguramente una gran fortaleza. Un hambre para aprender es encomiable, pero los frutos del aprendizaje hacen a una persona en particular susceptible al pecado de orgullo. Al comparar las frutos de otros talentos y logros en los campos tales como los deportes o las artes. Es fácil para la persona culta y el de exito olvidar sus propias limitaciones y su dependencia total de Dios.

Los logros en la enseñanza superior traen a las personas mucho reconocimiento y verdaderos sentimientos de autosuficiencia. Pero deberíamos recordar que El Libro de Mormón nos advierte evitar la jactancia de nuestra propia fuerza o sabiduría no sea que finalmente seamos dejados a nuestra propia fuerza o sabiduría (ver Alma 38:11; Alma 39:2; Hel. 4:13; Hel. 16:15).

Del mismo modo, en referencia “a aquel plan astuto del maligno”, el profeta Jacob comentó que cuando las personas son “instruidas”, lo que significa que ellos tienen el conocimiento, “ellos piensan que son sabios,” lo que significa que tales personas piensan que tienen la capacidad de aplicar sabiamente su conocimiento. Las personas que piensan que ellos son sabios de esta manera “tienden a no consultar de Dios, ya que ellos lo ponen aparte, suponiendo que ellos saben por sí mismos.” En aquella ocasión, el profeta dijo, “su sabiduría es vana y ellos… desfallecerán. Pero bueno es ser instruido si hacemos caso a los consejos de Dios” (2 Ne. 9:28–29).

Fe Deformada
En un grado extraño la fe en Dios, que es un don espiritual genuino y una fortaleza, puede ser deformada logrando quitar la importancia de otros factores en los estudiantes. He conocido a personas que comenzaron sus estudios académicos con un gran ímpetu, pero con el tiempo, no siguieron invirtiendo el tiempo necesario en sus estudios. Ellos supusieron que habían desarrollado una fe tan grande que si ellos simplemente hicieran su trabajo en Iglesia, el Señor los bendeciría para lograr sus objetivos académicos. De esta manera, la supuesta fuerza de su fe se hizo la causa de su perdición académica. Podríamos decirles como el Señor dijo a Oliver Cowdery cuando él cesó en sus esfuerzos de traducir:

“Es porque tú no seguiste como comenzaste. …

“Has supuesto que yo te lo concedería, cunado no pensaste sino en pedirme

“Estúdialo en tu mente entonces has de preguntarme si está bien” (D&C 9:5, 7–8; ver también D&C 88:118).

Aquí el Señor nos aconseja el equilibrio. La fe es vital, pero debe ser acompañado por el trabajo personal apropiado para la tarea. Sólo entonces tenemos derecho a la bendición. El acercamiento apropiado a nuestro deber de estudiar es como si todo dependiera de nosotros y luego orar y ejercer la fe como si todo dependiera del Señor.

Servicio Excesivo en la Iglesia
Una fuerza relacionada que puede ser corrompida y llevarnos a nuestra perdición es un deseo excesivo de servir en la Iglesia. Recuerdo a un estudiante de posgrado que usó su servicio en Iglesia como un medio de fuga para los rigores de sus estudios. Él fue más allá de lo que llamamos el tiempo de Servicio en la iglesia y se hizo casi un trabajador al servicio de la Iglesia en jornada completa. En consecuencia el se ofreció para cada asignación suplementaria, dando una ayuda que fue enormemente apreciada en varias organizaciones y en las actividades de la Iglesia. A consecuencia de esta asignación excesiva del tiempo, él falló en sus estudios y luego equivocadamente culpó su fracaso a la carga excesiva del servicio de Iglesia. Su fortaleza se hizo su perdición.

Del mismo modo, recuerdo al Presidente Harold B. Lee. El me expresó un consejo cuando yo era el presidente de la BYU. Poco antes de que el Templo de Provo fuese dedicado, él me comentó de su preocupación por la accesibilidad del templo que haría que algunos estudiantes de la BYU comenzarian a asistir al templo tan a menudo que ellos descuidarían sus estudios [nota admin: el templo queda en la esquina de BYU, a unos 300 a 500 metros del campus, en todo caso en subidita]. Él me impulsó a trabajar con los Presidentes de Estaca de la BYU para asegurarse de que los estudiantes entendieran que hasta algo tan sagrado e importante como el servicio de templo tenía que ser hecho con sabiduría y orden de modo que los estudiantes no descuidaran los estudios lo que deberían ser el foco principal de su tiempo durante sus años de estudiantes.

Fervor Patriótico
El amor del país es seguramente una fortaleza, pero llevado al exceso puede hacerse la causa de la perdición espiritual. Hay algunos ciudadanos cuyo patriotismo es tan intenso y tan fervoroso que parece anular cualquier otra responsabilidad, incluso la familia y la Iglesia. Advierto a aquellos patriotas que participan en alistarse en ejércitos privados y hacen preparaciones privadas para conflictos armado. Su celo excesivo por tal aspecto del patriotismo hace que ellos se arriesguen incluso hasta la perdición espiritual cuando ellos se retiran de la sociedad de la Iglesia y de la forma de gobierno de aquellas autoridades civiles a quien nuestro duodécimo artículo de la fe nos hace a todos nosotros estar sujetos.

Independencia Materialista
Otra fuerza que puede hacerse nuestros talón de Aquiles es la búsqueda de la independencia material. Se nos enseña que seamos independientes, que nos aseguremos a nosotros y aquellos que dependen de nosotros. Pero la busqueda del éxito en aquel esfuerzo puede intensificarse fácilmente llegando al materialismo. Este pasa por centrar tal virtud en la “seguridad propia” al punto de llegar a una preocupación excesiva con la acumulación de los tesoros de la tierra. Creo que esta relación identifica el materialismo como una debilidad de típica de algunos mormones, un ejemplo clásico de como Satanás puede llegar persuadir a algunas personas a pasar de una fortaleza legitima y transformarla en una debilidad que nos incapacita.

No seguir realmente al Profeta
Un deseo de seguir a un profeta es seguramente una gran y apropiada fortaleza, pero hasta esto tiene sus manifestaciones potencialmente peligrosas. He oído de más de un grupo el estar tan absortos en seguir a pié juntillas las palabras de un profeta muerto que llegan a rechazar las enseñanzas y la guía de los profetas vivientes. Satanás ha usado aquella forma de corrupción desde el principio de la Restauración. Ustedes recordaran la inspiración de Jose Smith para que los santos se juntasen en Kirtland, Ohio, luego en Missouri, y luego en Illinois. En cada lugar a lo largo del camino, un cierto número de Santos desapareció, gritando “El profeta ha caído” como su excusa para adherirse a las primeras instrucciones y rechazar las nuevas. La misma cosa pasó después de la muerte del Profeta Joseph Smith, cuando algunos santos aprovecharon una declaración o algo dicho por el Profeta difunto como una base para patrocinar o afiliarse a un nuevo grupo que rechazó la guía de los profetas vivientes.

Seguir al profeta es una gran fuerza, pero tiene que ser consecuente y actual, no sea que esto conduzca a la perdición espiritual que viene de rechazar la revelación continua. Bajo aquel principio, la diferencia más importante entre profetas muertos y vivos es que aquellos que están muertos no pueden estar aquí y declarar las últimas palabras del Señor a su pueblo. Si así fuera, no habría ninguna diferencias entre los mensajes de los profetas.

Una deformación relacionada es vista en la práctica de aquellos que seleccionan unas frases u oraciones en las enseñanzas de un profeta y los usan para apoyar sus ideas u otros objetivos personales. Al hacer esto, ellos típicamente no hacen caso de las implicaciones o declaraciones contrarias en otras palabras proféticas, o inclusive deel ejemplo claro de las propias acciones del profeta [actual]. Por ejemplo [en un aspecto politico], he sostenido correspondencia con varios miembros de Iglesia que procuran justificarse en algo que el Presidente Ezra Taft Benson pudo haber dicho como una base para rechazar la declaracion de utilidades o sobre pagar impuestos a la renta.[nota de admin: No se muy bien que habra ocurrido aca, pero el presidente Oaks se refiere probablemente a declaraciones hechas por el apostol y lider politico Ezra T. Benson, que actualmente serian contrarios a las leyes del pais y declaraciones de los profetas vivientes. El presidente Benson fue secretario (ministro) de agricultura de Eisenhower en los 50s]

He tratado de persuadir a estas personas que su interpretación no corresponde con lo que el presidente Benson quiso decir, porque todos quienes han creído en su sagrado oficio y todas las Autoridades Generales, han declarado fielmente sus contribuciones de impuesto sobre la renta y han pagado los impuestos requeridos según la ley. Los siervos de Dios están bajo las órdenes del Maestro de seguirlo y ser ejemplos a la multitud (ver a 1 Tim. 4:12; 1 Pedro. 5:3). Deberíamos interpretar sus palabras a la luz de sus obras. Arrancar las palabras de un profeta para apoyar una idea del dia en el ambito privado, político o financiero o por cualquier otra razón, es tratar de manipular al profeta, no seguirlo.

Mala aplicación del Amor y la Tolerancia
Otras fortalezas que pueden ser usadas para nuestra perdición son los dones del amor y la tolerancia. Claramente, éstos son grandes virtudes. El amor es una calidad última, y la tolerancia es su sierva. El amor y la tolerancia son cualidades conjuntas y en ello radica su fuerza, pero esto es también la fuente de su deformación potencial. El amor y la tolerancia son incompletos a menos que ellos sean acompañados por una preocupación por la verdad y un compromiso con la unidad que Dios ha mandado de sus siervos.

Llevado a un exceso indisciplinado, el amor y la tolerancia pueden provocar la indiferencia por la verdad y la justicia y oposición a la unidad. Lo que hace a la humanidad libre de la muerte y el pecado no es simplemente el amor, sino el amor acompañado por la verdad. “Vosotros conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). Y la prueba de si somos realmente del Señor no es sólo el amor y la tolerancia, sino la unidad. El Señor dijo “Si no sois uno no sois míos” (D&C 38:27). Para seguir el ejemplo del Señor sobre el amor, debemos recordar su explicación que “a quien amo también castigo” (D&C 95:1). Y debemos recordar que él nos castiga por no ser uno” (D&C 61:8).

Como Impedir que nuestras Fortalezas sea vuelvan Nuestra Perdición
Concluyendo, tengo que advertir tanto para mí como para cada uno de mis lectores que la misma naturaleza de este mensaje podría tender a la misma perdición contra la cual se advierte. Podría entenderse que la idea de que nuestras fortalezas pueden transformarse en nuestras debilidades implica que deberíamos tener “moderación en todas las cosas”. Pero el Salvador dijo que si somos “tibios”, él “nos vomitará de su boca” (Apo 3:16). La moderación en todas las cosas no es una virtud, porque parecería justificar la moderación en el compromiso. La moderación no es mas que indiferencia. Recordemos que hemos recibido el mandato divino de servir con todo nuestro “corazón, alma, mente y fuerza” (D&C 4:2), “buscar … seriamente la riqueza de eternidad” (D&C 68:31), y ser “valiente en el testimonio de Jesús” (D&C 76:79). La moderación no es la respuesta.

¿Cómo, entonces, impedimos a nuestras fortalezas el hacerse nuestra perdición? El atributo que debemos cultivar es la humildad. La humildad es el gran protector. La humildad es el antídoto contra el orgullo. La humildad es el catalizador para todo el aprendizaje, cosas sobre todo espirituales. Por medio del profeta Moroni, el Señor nos dio esta gran clave del el papel de humildad: “Doy a los hombres debilidad para que sean humildes; y basta mi gracia a todos los hombres que se humillan ante mí; porque si se humillan ante mí, y tienen fe en mí, entonces haré que las cosas débiles sean fuertes para ellos” (Éter 12:27).

También podríamos decir de que si los hombres y mujeres se humilllan ellos mismos ante Dios, El les ayudará a impedir a sus fortalezas hacerse debilidades que el adversario intentará explotar para destruirlos.

Si somos mansos y lo suficientemente humildes para recibir la guía, el Señor puede dirigirnos por medio de los consejos de nuestros padres, nuestros profesores, y nuestros líderes. El orgulloso puede oír sólo el clamor de la muchedumbre, pero una persona que, como el Rey Benjamin dijo, “se hace como un niño, sumiso, manso, [y] humilde” (Mosiah 3:19), puede oír y seguir aun la pequeña voz por la cual nuestro Padre Celestial dirige a sus hijos que le son receptivos.

Aquellos que se envuelven en la autofelicitación sobre una supuesta fortaleza han perdido la protección de la humildad y son vulnerables a la utilización que Satanás pueda hacer con tal fortaleza para producir su perdición. En contraste, si somos humildes y nos dejamos enseñar, guardando loss mandamientos de Dios, siguiendo la guía de sus líderes, y las influencias de su Espíritu, podemos ser dirigidos en como usar nuestros dones espirituales, nuestros logros, y todas nuestras otras fuerzas para la honradez. Y podemos ser dirigidos en como evitar los esfuerzos del Satanás para usar nuestras fuerzas a fin de causar nuestra perdición.

En todo esto, nosotros deberíamos recordar y confiar en la dirección del Señor y la promesa: “se humilde; y el Señor tu Dios te conducirá de la mano, y dará la respuesta de tus oraciones” (D&C 112:10).