martes, 1 de septiembre de 2009
LOS MIEMBROS HONORABLES Y LOS VALIENTES
En mis estudios de las escrituras he notado una diferencia significativa entre un miembro honorable de la Iglesia y uno que es valiente. Es una distinción importante y critica para las eternidades. Leamos en D&C 76:75-79 esta sección habla de los que ocuparán el reino terrestre: “Estos son los hombres honorables de la tierra que fueron cegados por las artimañas de los hombres. Son los que reciben de su gloria, más no de su plenitud. Son los que reciben de la presencia del hijo, más no de la plenitud del Padre. Por consiguiente, son cuerpos terrestres y no son cuerpos celestiales, y difieren en gloria como la luna del sol. Estos son aquellos que no son valientes en el testimonio de Jesús; así que, no obtienen la corona en el reino de nuestro Dios”
Uno de los profetas recientes dijo que los que tienen el testimonio de Jesús son los miembros de la Iglesia; que este versículo no se trata de los no-miembros. Los miembros son aquellos que tienen el testimonio de Jesucristo dado por el don del Espíritu Santo.
El Presidente Ezra T. Benson dijo:
“El no ser valiente en el testimonio que se posee en una tragedia de trascendencia eterna. Estos son los miembros de la Iglesia que saben que esta obra de los últimos días es verdadera, pero que, a pesar de ello, no perseveran hasta el Fin. Es probable que muchos hasta tengan la recomendación para entrar en el Templo, pero aún así, no honran sus llamamientos en la Iglesia. Sin valentía, no toman una posición firme por el Reino de Dios. Algunos buscan las alabanzas, la adulación y los honores de los hombres; otros intentan ocultar sus pecados; y no faltan los que critican a quienes presiden sobre ellos” (“Valientes en el testimonio de Jesús”, Liahona, Julio de 1982 Pág. 122.)
Esta cita me hace pensar en la parábola encontrada en el libro de Mateo, capitulo 25, de las diez vírgenes. Las vírgenes se preparan para la venida del esposo. La mitad no están preparadas cuando él llega. No tienen sus lámparas llenas del aceite de la fe. Nosotros, los miembros, sabemos que esto se refiere a la Iglesia de Jesucristo. La mitad de los miembros no estarán preparados para conocer a su salvador. La mitad de los miembros no tendrán sus lámparas llenas de aceite de fe. La mitad no tendrá el poder suficiente para estar en la presencia de Dios.
El Presidente John Taylor dijo al hablar acerca de Mateo 7:22-23:
“Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre y en tu nombre echamos demonios [y han sido misioneros y presidentes de misión y obispos, maestros, etc.] y en tu nombre hicimos muchos milagros?
Y entonces le declarare: Nunca os conocí: apartaos de mí…”
El presidente Taylor dijo que pensamos que esto refiere a los no-mormones, pero no es la verdad. Los no-mormones no hacen obras maravillosas en el nombre de Jesucristo. Esto refiere a los miembros quienes “sanan a los enfermos, echan fuera demonios” [hacen visitas de maestros orientadores, etc.] Pero cuantos de los miembros dan poco caso a sus convenios y a las ordenanzas de la casa de Dios y del sacerdocio del Hijo de Dios. Y todavía piensan que van al reino celestial. Pero, a menos que sean dignos y guarden los convenios, nunca entraran allí. (SLC Conference, Jan, 1879)
El presidente Ogden y yo vivimos en el país de Israel por la mayor parte de catorce años en la ciudad de Jerusalén en el corazón de las tres grandes religiones: el judaísmo, el cristianismo y el Islam. Tras los años me daba cuenta que la religión se puede vivir como una tradición de fe. Millones se nacen en una fe u otra que significa nada mas que una cultura para ellos.
Estos últimos siete años hemos vivido en UTAH, el corazón de la Iglesia Mormona. Empezamos a entender que nuestra propia religión se puede vivir como tradición también, una experiencia cultural en vez de algo de fe. Empezamos a ver la diferencia entre un miembro honorable y uno que era valiente en su testimonio.
La principal diferencia entre el miembro honorable y el valiente descansa en los deseos y motivos de sé miembro. ¿Cuál es él porque por todo lo que hacemos en esta Iglesia? ¿Pertenecemos a la Iglesia porque es una institución de familia? ¿La admiramos por sus leyes de salud? ¿Hacemos una misión por no tener nada mejor que hacer o porque es la tradición, la expectativa? ¿Quizás nuestros padres nos sobornan con un auto nuevo si hiciéramos la misión? ¿O la novia nos decía que no se casaría sin hacer la misión? (Por lo menos están aquí y podemos ayudarles a educar sus deseos.)
Quizás la declaración, “Yo sé que esta es la iglesia verdadera,” no es declaración tan importante. Quizás el conocimiento y amor hacia los programas de la iglesia no son tan importantes para nuestra salvación. ¿Por que? Porque la Iglesia no puede salvar, ni redimir, ni santificar a nadie. Si no, entonces ¿qué o quien nos puede salvar? Leemos en Mosiah 3:17.
“Y además, te digo que no se dará otro nombre, ni otra senda ni medio por el cual la salvación llegue a los hijos de los hombres, sino en el nombre de Cristo, el Señor Omnipotente, y por este medio de ese nombre.”
¿Cuál fue el error de Caín? El no hacia sacrificios para reconocer a su Redentor. No hacia sacrificios para acordarse del Señor. Caín hizo lo que fue fácil para sí mismo. Él fue cultivador de los vegetales del campo. Fue más fácil para él cumplir con la tradición de hacer sacrificio trayendo las frutas de sus tierras en vez de hacer el sacrificio requerido cual fue un sacrificio de sangre para recordarle del sacrificio del Señor. No conocía al Señor. No le importaba. No le amaba, pero cumplió con la tradición.
También nosotros, como miembros, podemos ser tentados a decir a nuestros obispos, “si, serviré en el barrio, pero no en la Primaria. Estoy vieja, no quiero enseñar a los niños.” He notado que cuanto mas tiempo llevamos en la iglesia, estamos menos dispuestos a hacer lo que nos pide el Obispo o Presidente de Estaca. Nos ponemos muy selectivos en lo que queremos hacer dentro de la Iglesia.
Yo tenia una actitud similar al ser llamado mi esposo a presidir una misión y yo como su compañera. Yo estaba segura que el señor me permitiría escoger donde serviríamos porque yo ya había pagado un precio duro por vivir tan lejos de mi país, de mis parientes, y por tantos años. Yo empecé a planear la misión en el caribe o en Costa Rica donde hay mucha playa y temperatura tropical todo el año. Quería ir a Centroamérica, no lejos de mi hogar y también donde se usaba el mismo sistema de electricidad como en los Estados Unidos. Quería servir lo más fácil, lo más cómodo para mí.
Pueden imaginar el shock que recibí al ser llamada a Santiago, ciudad de siete millones y al fin del mundo tan lejos de Norteamérica. Me daba cuenta que yo tenia la actitud de Caín, “si, señor, serviré, pero solamente a mi gusto.” Tuve que arrepentirme.
¿Saben que es el evangelio? El evangelio se basa en la fe, el arrepentimiento, el Espíritu Santo y el bautismo. Pero, ¿qué es el corazón del evangelio? Los discípulos Nefitas le habían preguntado a Jesucristo cual fue su evangelio. Él les respondía, “He aquí, os he dado mi evangelio, y este es el evangelio que os he dado: Que vine al mundo a cumplir la voluntad de mi Padre…” (3 Nefi 27:13) Cumplir la voluntad de mi Padre. Hacer la voluntad de Dios, ¿qué pasaría si cada día nos levantáramos y dijéramos, “cual es tu voluntad para mí hoy?”
Todo lo que hacemos en la iglesia tiene que ser con el deseo singular de conocer a Jesucristo, saber su voluntad, y desear tener su poder.
No quiero decir que la iglesia no es tan importante o necesaria. Si lo es. La iglesia es un vehículo perfecto para practicar los atributos de Jesucristo. Quiere saber su voluntad que les viene por medio de sus profetas vivientes. La obediencia de los valientes viene de un gran deseo de seguir a Jesucristo por medio de los profetas.
Cuando el profeta les dice, “salga de la ciudad de Jerusalén. Se destruirá”. Los valientes salen. Cuando son mandados regresar a buscar las planchas, regresan. Si se instruyen volver por las mujeres vuelven. Si el profeta dice tienen que construir un barco en el desierto, lo hacen los valientes. Cuando un profeta instruye a las hermanas de la Iglesia de no llevar ropa que revela la figura, las valientes obedecen.
Los miembros no valientes, los honorables hacen excusas y se disculpan por no escuchar el consejo de los profetas. Aún, no escuchan, ni oyen este consejo. No hacen esfuerzo ninguno para escuchar las conferencias generales. Piensan que la Iglesia es un sistema de puntos: “si asisto a todas las reuniones, puedo faltar las de las conferencias generales”.
Yo conozco a miembros que asisten a sus reuniones cada semana. Cuando llega el fin de semana de octubre y abril, ocasión para las conferencias generales, no tienen que estar en la Iglesia por sus llamamientos, entonces salen de la ciudad para ir a las Vegas para apostar, porque se aburren de escuchar los discursos de las autoridades generales. Piensan que el perder dos domingos en todo el año es algo pequeño, que no van a perder muchos puntos. Además, gastan muy poco dinero en Las Vegas, y se desarrollan las relaciones familiares por estar juntos.
Estos miembros conocen bien y aman la iglesia. Son bien informados en cuanto a los programas de la Iglesia. Creen que los números de asistencia y los llamamientos les van a salvar. No conocen el consejo de los profetas de no gastar tiempo en juegos de azar. No conocen el consejo de no ir a restaurantes los domingos ó los días de reposo. Hacen compras en los días de reposo. El domingo es un día de deportes para ellos, de mirar, después de las reuniones, a los “Super Bowl” ó los mayores partidos de la nación. Nunca leen las escrituras, ni escuchan el consejo de los profetas vivientes.
Un miembro valiente tiene hambre de la palabra de Dios. Escudriña las escrituras para conocer a Él. No perdería las conferencias. Y lee los discurso de las conferencias que salen en la Liahona dos veces al año.
Tengo un sobrino que termino su misión y vino de visita a nuestra casa. Al vernos leer las escrituras como familia me dijo, “a mi no me gusta leer las escrituras.” Me quede tan asombrada que no pude hablar. ¡Él fue misionero! ¿Que habría hecho en la misión si no llegara a amar las palabras de Dios? Aún él añadió, “las escrituras me aburren, no me gustan” Si yo pudiera decirle algo hoy día, yo le diría, “Brian, a usted no tienen que gustarle leer las escrituras. No es cuestión de gustos. Usted solamente tiene que hacerlo. Es un mandamiento.” Así hablo con mis hijos cuando se quejan que no les gusta practicar el piano. Yo les digo, “no tiene que ser de tu agrado, solamente tienen que hacerlo.” Y ¿qué pasa cuando uno gasta tiempo cada día practicando el piano? Se empieza a amar el piano. Llegamos a amar las cosas en que gastamos la mayoría de nuestro tiempo.
Esto pasará con las escrituras también, les testifico que si hacemos el esfuerzo cotidiano de leer las escrituras sinceramente, las amaremos, y oiremos la voz del señor.
¿Qué hace un miembro valiente cuando los profetas dan consejo de no ver películas que contienen la violencia, la desnudez, las insinuaciones sexuales, y las profanaciones y crudezas? Los valientes no asisten a tales películas. A veces no verán las películas más populares. Los honorables se disculpan, diciendo, “sólo había una parte mala, no más. O había solamente algunas palabrotas, no muchas.”
Los valientes llegan amar el Templo y las ceremonias. Un amigo nos desafío al Presidente Ogden y a mí asistir con mas frecuencia y mientras estábamos allí de quedar despiertos escuchando cada palabra. Antes, siempre asistíamos casualmente, quizás una vez al mes, dormíamos un poco. Ya conocíamos bien la ceremonia. Era tiempo de paz. Con el desafío de fijar tiempo cada semana para ir al Templo y quedarnos atentos, por medio del Templo nuestras vidas empezaron a cambiar. No dábamos cuenta que nos costaría el resto de la vida aprender el significado de la ceremonia. Empezábamos a tener nuevas perspectivas en cuanto a nuestra relación con Dios. Desarrollábamos hambre para aprender más en cuanto a Jesucristo. Reconocíamos el Templo como fuente de poder de Dios. Mejorábamos nuestras relaciones de familia. Sabíamos influir mejor a nuestros hijos. ¿Cuantos años no conocíamos el Templo como la fuente más poderosa de Dios?
Requiere tiempo hallar a Dios en esta vida. No es fácil encontrarle. Al contrario, se ve a Satanás fácilmente. Siempre es visible y es fácil encontrarle. El mundo clama por nuestra atención. Hay tantas distracciones buenas y malas que nos desvían y quitan nuestro tiempo. Es un sacrificio de tiempo encontrar a Dios. Es incómodo. No es una vida cómoda.
Dios nos promete que no lamentaremos el esfuerzo hallarle. Dice en 1 corintios 2:9 “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombres son las que Dios ha preparado para los que le aman.” No podemos entender bien ahora todo lo que Dios tiene para nosotros pero entendemos esto: solamente los que tienen el poder de Dios pueden aguantar su presencia.
Una pregunta más: ¿ustedes saben cuál es la miseria de Satanás? Muchos piensan que él es miserable porque no puede estar con Dios. Pero él odia a Dios; no quiere estar con Él. La miseria de Satanás es que nunca puede ser padre. Nunca podrá ser marido. Él vivirá para siempre, solo, sin familia.
Solamente los valientes tienen la confianza de Dios para tener la responsabilidad de ser padres para la eternidad. Solamente los valientes, fieles, pueden continuar para siempre en relaciones de matrimonio, creando mundos sin fin. Solamente ellos, quienes sacrificaban su todo para conocer a Jesucristo pueden disfrutar relaciones como familias durante las eternidades. ¿Por qué? Porque Dios solamente permitirá que la rectitud sea perpetuada durante todas las eternidades, no la iniquidad. Todos los honorables vivirán solos, sin poder ser madres, padres, hermanos, hijos, etc. Vivirán solos sin relaciones de familia, para siempre.
Puede ser una tentación pensar, “pues, Dios me pegará con algunos golpes y me dejará entrar”. ¿Puede Dios hacer esto? NO, Dios llegó a sé Dios por seguir las mismas leyes que quiere que sigamos nosotros. Él explica en D&C 82:10, “… estoy obligado cuando hacéis lo que os digo, más cuando no hacéis lo que os digo, ninguna promesa tenéis”. Dios está atado a las leyes, a la justicia, no solamente a la misericordia.
Terminemos por leer D&C 132:21-25
“De cierto, de cierto te digo, a menos que cumpláis mi ley, no podréis alcanzar esta gloria.
Porque estrecha es la puerta [Jesucristo y su Templo] y angosto el camino que conduce a la exaltación y continuación de las vidas [¿por qué dice ‘vidas’ en vez de vida? Porque cada uno de nosotros tenemos adentro la posibilidad de muchas vidas dignas] y pocos son los que la hallan, porque no me recibís en el mundo ni tampoco me conocéis. [No dice nada aquí en cuanto a conocer su Iglesia. Lo importante es conocer a Jesús por medio de su Iglesia]
Mas si me recibís en el mundo, entonces me conoceréis y recibiréis vuestra exaltación; para que donde yo estoy vosotros también estéis.
Esto es vidas eternas: Conocer al único Dios sabio y verdadero, y a Jesucristo a quien él ha enviado [no dice nada aquí a marcas perfectas por cumplir las tradiciones de la Iglesia]. Yo soy él. Recibid, pues mi ley.
Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a las muertes, y muchos son los que entran por ella, porque no me reciben, ni tampoco cumplen mi ley.”
Testifico que Jesús vive. Esta es su Iglesia. Él nos habla por medio de sus profetas ancianos y modernos. Él quiere darnos todo lo que tiene. En el Nombre de Jesucristo, Amen.